martes, 24 de abril de 2012

Museo del Romanticismo

Tengo que admitirlo, entre mis virtudes no se cuenta el sentido de la medida...
Si en un restaurante me ponen un plato gigantesco, me lo tengo que comer entero; si me prestas una temporada de mi serie favorita me la veo del tirón en vez de dosificar un capítulo cada día.
Por eso los grandes museos, como el Louvre o el Metropolitan, aunque me gustan mucho, no son lo mío, me ponen un poco nerviosa...
Es que me empeño en ver y asimilar el contenido de cada una de sus salas aunque de sobra sepa que es imposible hacerlo en un solo día.
Yo me muevo mejor en los espacios pequeños, que puedo abarcar de una sola vez.
















Es una lástima que muchas veces los pequeños museos de Madrid pasen desapercibidos, cuando son joyitas que encierran tesoros dignos de ver.
 Museos de gran valor como el de Sorolla, Cerralbo o el Lázaro Galdiano son casi desconocidos tanto para madrileños como para visitantes.
Yo misma ni había oído hablar del Museo del Romanticismo hasta que reabrió hace tres años tras ocho de reformas.
Me gustó tanto lo que leí sobre él que me fui derecha a visitarlo en cuanto tuve ocasión, y durante estos tres años, he repetido varias veces para enseñárselo a mis compañeros de viaje o simplemente aprovechando la entrada gratuita de los sábados por la tarde.
Está situado muy cerquita de la calle Fuencarral, en un palacio neoclásico construido en 1776 y allí habitaron varias familias hasta que se convirtió en museo por iniciativa de Benigno Vega-Inclán en 1924.


















El Museo del Romanticismo cuenta con interesantes colecciones de joyas, porcelana juguetes y pinturas de maestros como Goya, Madrazo o Luis de Ribera.






















Pero lo que más me gusta es que parece un verdadero hogar de mediados del siglo XIX con todo su mobiliario y detalles de la época.


















A la entrada uno no sabe si presentar el ticket o una docena de pasteles,  es como si estuvieses invitado a merendar en casa del mismísimo Larra.
Y realmente te puedes hacer una idea bastante aproximada de como vivía y cuales eran los gustos de una familia madrileña acomodada en aquellos tiempos.
Hombres, mujeres y niños tenían sus propios dominios, mezclándose sólo en ocasiones, pero reservando su propio espacio y por supuesto su dormitorio privado.
Sala de fumar, de juegos y despacho para los hombres; salitas de estar, cuartos de labores y boudoirs para las mujeres. Y cuarto de juegos para los hijos, que seguramente pasaban bastante tiempo fuera de la vista de sus padres, al cuidado de nodrizas y nanies.
Aparte del casino, las visitas y alguna noche en el teatro, se hacía poca social fuera de casa, así que un gran comedor, un salón de baile y hasta una capilla eran piezas fundamentales en estos palacetes.
Aquí termino mi visita de hoy al Museo del Romanticismo, esperando haberos dejado con ganas de más y que, los aún no lo habeis hecho, acudais a conocerlo cualquier día de estos.

Además de la colección permanente, el museo ofrece exposiciones temporales, biblioteca, juegos interactivos y una tienda de regalos interesante, donde entre otras cosas, puedes comprarte la Guía Breve del Museo por solo un par de euros.
MUSEO DEL ROMANTICISMO
C/San Mateo, 13
Madrid

martes, 17 de abril de 2012

Alberto García-Alix: Diaporamas

Si quieres conocer el último proyecto del fotógrafo Alberto García-Alix (León, 1956) no hace falta que acudas a ningún museo ni galería. Esta vez, tras una visita a la librería, puedes disfrutar de sus imágenes desde el sofá cuantas veces quieras.


Por si aún no lo sabes, estoy hablando de la caja de autor Diaporamas, que con una tirada de 1000 ejemplares está editado por Cabeza de Chorlito, sello creado por el propio Alix en colaboración con la ilustradora Frédérique Bangerter con el noble propósito de "incubar huevos de creación".


Bien, pues aquí tenemos el primer huevo de este chorlito: tres DVDs con fotos del autor acompañados de los tangos del argentino Daniel Melingo y otros tantos desplegables en papel.


El primero de los discos, y también el de más duración, se titula "De carne y hueso" y representa toda una antología de esos personajes y escenas de la calle captadas por Alix que han creado todo un estilo y ya son reconocibles incluso para el público profano.


El segundo, "Lo más cerca que estuve del Paraiso" recoge su visión de la isla de Formentera y el tercero "Una perpetua fuga", fue creado especialmente para el stand del diario El Pais en Arco09.


En los últimos meses hemos tenido a Alberto García-Alix trabajando en Asturias y dentro de poco conoceremos el resultado de su proyecto "Miradas de Asturias".
Ya estoy deseando saber cómo se ve mi tierra a través del objetivo del maestro. Gracias, Alberto.

viernes, 6 de abril de 2012

Mermaid Parade, Coney Island

No es que sea una gran fan de la playa; parafraseando a mi neoyorkino favorito: soy pelirroja, en verano no me bronceo, me fulmino.
Pero con esta Semana Santa fría y lluviosa que nos ha tocado, hasta yo echo un poco de menos el calor y el sol.
Por eso hoy se me ha ocurrido hablaros una vez más de Coney Island y de su Mermaid Parade, mi evento favorito del verano de Brooklyn, que ya protagonizó el segundo post de Los Secretos de Eva hace ahora tres años.


Esta fiesta parece hecha a mi medida, reune un montón de mis cosas preferidas: Nueva York, mar, disfraces, cerveza y comida basura, todo ello envuelto en un halo retro. No se puede pedir más.


Aunque también se encuentra en Long Island, Coney Island siempre ha sido la playa de los curritos neoyorkinos, frente a los Hamptons, donde tienen su segunda residencia las familias más influyentes de la ciudad.


El Mermaid Parade es el sitio ideal para practicar la fotografía, y de hecho las cámaras se cuentan por miles, tanto de profesionales como de aficionados.

Es natural, ya que hay un amplio abanico de personajes más que dispuestos a posar para ellos.

Mi favorita del año pasado fue esta chica disfrazada de ostra, que lucía orgullosa a su futuro bebé a modo de perla.
Aquí a nadie le importan ni los michelines ni las arrugas. Todo vale con tal de pasar un buen rato.


Hacia las dos de la tarde empieza el gran desfile de carrozas, pasacalles y artilugios varios que recorre todo Surf Avenue con gran estruendo.

Este desfile, que el próximo 23 de Junio tendrá su trigésima edición, es un homenaje al Mardi Grass, ya desaparecido, que se celebraba en Coney Island durante la primera mitad del siglo pasado.
Despúes de ver el desfile, seguro que querrás reponer fuerzas... No te preocupes, el paseo de madera y sus aledaños son un auténtico paraiso de la fritanga y los dulces.
Te aconsejo que cambies el chip y dejes de contar calorías, porque aquí no vas a encontrar ningún supermercado estilo Wholefood donde comprar esos alimentos sanos de Manhattan que ellos llaman "organic".
Aquí lo que se estila son exquisiteces como las galletas Oreo rebozadas y fritas o las almejas, eso sí, también rebozadas, acompañadas de patatas fritas y bañadas en salsa tártara. Algodón de azúcar, cocktails, cerveza, helados, batidos... Toda una oda al colesterol y las grasas saturadas.
No en vano, aquí se inventó el perrito caliente, introducido por el inmigrante alemán Charles Feltman a finales del siglo XIX. El restaurante Nathan's celebra cada 4 de Julio su hot dog eating contest, que es todo un acontecimiento nacional. La marca del mayor comedor de perritos se exhibe en un marcador durante todo el año, el ganador del año pasado se metió nada menos que 62 entre pecho y espalda.


Aparte de la comida, otra constante en las fiestas americanas son las exhibiciones de coches antiguos o tuneados.
Con su entrega de trofeos correspondiente.
No me puedo olvidar de uno de los sitios más pintorescos de Coney Island: su museo, bar y tienda de souvenirs.
Como anclado en los años veinte, es un lugar donde igual puedes degustar una Coney Island Lager, que comprarte un carrusel de juguete o presenciar un espectáculo de fenómenos de feria: enanos, gigantes, contorsionistas, mujeres barbudas... Merece la pena darse una vuelta.
La primera vez que visité Coney Island, su futuro pendía de un hilo; la gente se paseaba con camisetas con el mensaje "Save Coney Island" y los especuladores planeaban como buitres sobre la zona.

Sin embargo, me alegra comprobar que los neoyorkinos han sabido defender lo suyo, han luchado por su legado e incluso se han introducido novedades como la zona de ocio Luna Park, que sustituye al mítico Astroland.
Coney Island está más vivo que nunca, parece que tenemos playa y perritos calientes para rato.Me reconcilia con el género humano comprobar que el pez grande no siempre se come al chico; que a veces el sentido común puede más que el dinero fácil.
Por una vez, las sirenas han vencido al tiburón.