domingo, 27 de octubre de 2013

La Cepada y El Cenador de los Canónigos, Cangas de Onís

El post de hoy está dedicado a tantos amigos míos de Madrid, enamorados del Norte, que se escapan a mi tierra siempre que tienen ocasión. Sé que me envidiáis por vivir tan cerca del paraíso...
Aunque soy más bien urbanita, en el mes de Octubre casi siempre celebro mi cumpleaños y mi aniversario con una escapada a la montaña asturiana, que si siempre es bonita, con el sol de otoño alcanza su máximo esplendor de colorido.
Los lectores más fieles recordaréis El Palco, la vinotería y restaurante de José Manuel Martínez en Cangas de Onís de la que os hablé en Los Secretos de Eva hace ya más de cuatro años. Para que os hagáis una idea del tiempo que ha pasado, aquel fue mi quinto post y éste hace el número ciento ochenta y nueve. 
El caso es que Jose, más conocido en la profesión como "Salas", es también el propietario, director, chef, sumiller y Dios sabe cuántas cosas más del Hotel la Cepada, que alberga el restaurante El Cenador de los Canónigos. En su día leí en la prensa que el Príncipe Felipe celebró allí su cumpleaños hace algunos años. Así que me dije, yo también me merezco que en mi cumpleaños me traten como a una princesa.
En el Hotel la Cepada, Asturias es la protagonista absoluta, hasta cuenta con su propia reproducción del Puente Romano y su hórreo. El diseño del edificio, que alberga veinte habitaciones, imita el estructura de una casa tradicional asturiana con su corredor de madera y todo.
Pero la tradición no está reñida con la modernidad, eso lo entienden bien en este hotel, donde no se descuidan las redes sociales, la atención de su página web o la interacción con otros empresarios de la zona. Por poneros un ejemplo, este verano El Cenador de los Canónigos ofrecía un menú especial de Casa Marcial.
La Cepada es una empresa familiar, un proyecto en el que se embarcaron Jose y su esposa Isabel hace ya doce años y en el que han trabajado muy duro codo con codo desde el primer día, hasta el punto de vivir en una habitación del hotel durante los primeros años. 
Ese esfuerzo ha dado sus frutos y ha cristalizado en lo que es hoy este establecimiento, del que otros hosteleros de la zona centro ya me habían hablado con admiración y respeto.
Cuando alguien me comenta que he estado en este hotel "como en su casa", siempre me pregunto ¿dónde vive esta gente, en un palacio?
Yo, en La Cepada no me siento como en casa, me siento muchísimo mejor. ¿Acaso tu habitación, tu bañera y tu cama tienen estas dimensiones?
¿Alguna vez te encuentras cava y fresas esperándote a la vuelta de la oficina? Bueno, en honor a la verdad tengo que decir que esto no es cava, es algo aun mejor; un espumoso brut nature de la bodega Los Bermejo, un 100% Malvasía elaborado por el método champenoise con nueve meses de crianza sobre lías. Qué os voy a contar, a mí con un buen vino se me conquista fácilmente. A los que no acostumbrais a aventuraros más allá de la Rioja y la Ribera del Duero, os recomiendo que os hagáis a la mar y probéis los vinos D.O. Lanzarote. Os va a sorprender ese toque especial que le da la tierra volcánica.
Resumiendo, amigos míos, nos gusta ir a buenos hoteles porque nos crean la ilusión de que la vida fácil, nos lo dan todo hecho y sólo tenemos que preocuparnos de disfrutar. Ahí tengo que darle la razón a Rafael Azcona cuando decía "Como fuera de casa, en ningún sitio".
Si el buen servicio se completa con estas vistas a Cangas de Onís con los Picos de Europa al fondo, ya no se puede pedir más.
Jose nos comentaba divertido que lo primero que le preguntan sus huéspedes antes de soltar la maleta es si tiene Wi-fi.
Y por supuesto que la tiene, pero me parece de locos que alguien piense en navegar por internet cuando podría estar disfrutando de este paisaje sin levantarse la cama.
El Domingo por la mañana me fui a visitar a una vieja amiga que vive en una Cueva allí cerca, pero antes empecé el día reponiendo fuerzas: cereales, huevos, tostadas, bollería, fruta fresca, fiambres, café, zumo... El de la Cepada sí que es el desayuno de los campeones, además servido en mesa y con prensa variada, como a mí me gusta.
A la vuelta de Covadonga, después de un paseo por el mercado de Cangas  y de un aperitivo en la coctelería Cuarenta Grados y en la Sifonería, volvimos al hotel dispuestos a degustar un menú de El Cenador de los Canónigos.
Cuando vi esta mesita tan coqueta preparada para dos debajo del hórreo, pensé: Me encantaría comer aquí. Et voilà, estaba reservada especialmente para nosotros. Ya acomodados comenzamos la comida por el vino, tenía curiosidad por ver qué nos comendaba Jose, porque su bodega tiene buena fama.

El elegido fue 1pulso 2008, tempranillo y garnacha D.O. Navarra, de Bodega del Jardín, surgida de las cenizas de la malograda Guelbenzu.
Y cómo no, acompañado de queso Gamoneu, uno de los productos más típicos de Cangas.
Terrina de foie al té negro, una buena combinación que nunca había probado.
Croquetas caseras con una bechamel finísima.
Ensalada de cogollos, lomos de bonito, los canónigos que dan nombre al restaurante, anchoas, huevo de codorniz, tomates cherry, pimiento, zanahoria, patata, fresa... Jamás se me habría ocurrido mezclar todos esos ingredientes, pero ¡qué bien funcionan juntos!
Lomo de vaca vieja frixona; el buey de Kobe está muy bueno, pero ésta está criada en nuestros pastos. Me gustó el toque de mostaza de Dijon, que le va genial a las carnes rojas y no sé por qué la utilizamos tan poco.
Ya con muy poquito hueco, llegamos al postre: sopa de té rojo con helado de vainilla, no tengo palabras..., bueno sí, sólo una: exquisito.
No tenéis más que ver la cara de satisfacción que teníamos el fotógrafo y yo al final de la comida.
El fin de semana tocaba a su fin y sólo había tiempo para un recorrido rápido por las instalaciones de La Cepada. Éste de abajo es uno de los salones para eventos. Las lectoras fieles del ¡Hola!, entre las cuales me encuentro, ya sabrán que aquí celebró su boda la it-girl española por excelencia, Paula Echevarría.
A pesar de ser un establecimiento con solera, afianzado en la hostelería asturiana, no os creáis que son de los que se duermen en los laureles. La dirección de La Cepada, consciente de que la competencia viene pisando fuerte, busca la constante innovación para mantenerse en su puesto del ranking.
La última aventura en que se han embarcado es la creación de habitaciones temáticas; y la primera, que ya está casi terminada, estará dedicada a la sidra. La vinculación con esta bebida no se limita a la decoración, los huéspedes también tendrán ocasión de conocer nuestra bebida tradicional degustando menús donde la sidra sea el ingrediente estrella o visitando un llagar. Le auguro un gran éxito a este proyecto.
Quiero terminar el post de hoy dándole las gracias a ese gran anfitrión que es José Manuel Martínez, atento al más mínimo detalle para que pasásemos un fin de semana inolvidable. Espero que no dejemos pasar otros cuatro años sin vernos, Isabel y tú tenéis pendiente una visita a Avilés.
HOTEL LA CEPADA**** y RESTAURANTE EL CENADOR DE LOS CANÓNIGOS
Avda. Contranquil s/n
Cangas de Onís
985 84 94 45

domingo, 20 de octubre de 2013

La Pepa, regalos con historia

No, no es el salón de mi casa, aunque podría... De hecho, tengo esta foto como portada en mi perfil de Facebook.
Es la Pepa de Chueca, una tienda que descubrí paseando por el barrio hace ya algunos años y a la que siempre me gusta volver.
La Pepa abrió sus puertas el 19 de Marzo del año 2000, así que que le pusieron el nombre del Santo del día, como se hacía antiguamente con los niños.
Regentado por Guillermo y Antonio, este comercio pretende dar una segunda oportunidad a objetos condenados al olvido y procedencia variada: liquidaciones, rastros, casas particulares, en cualquier sitio se puede encontrar un pequeño tesoro cuando se está bien atento.
El local, pequeñito, es una oda al horror vacui, un batiburrillo de sombreros recuperados, relojes, gafas de sol, ceniceros...
Le pasa al contrario que a muchas de esas tiendas vintage de hoy en día, que dan muy buena imagen como primera impresión, pero a la hora de la verdad una no encuentra ninguna pieza que valga la pena.
Guillermo opina que parte del éxito de La Pepa reside en la necesidad de poner algo especial en tu casa; con los precios de Madrid son muchos los que viven en un apartamento de cuarenta metros cuadrados amueblado en Ikea, así que una lámpara o un cuadro bonito contribuye a hacer hogar y darle un poco de personalidad.
Estando en Chueca, no puede faltar algún souvenir de temática gay. De hecho, tanto estos cuadritos de estética retro como las camisetas se venden como churros.
Los clientes no son sólo vecinos del barrio, si no gente de toda España y también los muchos extranjeros que pasan por Madrid en calidad de turistas.
De hecho casi siempre son los americanos los que se acaban llevando lo más estrafalario. Ese centro de cristal de color que tu madre tenía sobre el tapete de ganchillo y que te parece un error, para un estadounidense es una joya exótica que llevarse a casa como recuerdo "typical Spanish".
¿Y qué me decís de estos joyeros? ¿Quién no ha tenido uno así en el primer cajón de la mesilla de noche? Yo tenía uno cuadradito, con su filigrana y su tapa de nácar, de la Virgen de Covadonga y en él guardaba mis escasísimas alhajas: la sortija de oro con una piedrecita azul, la esclava con mi nombre y poco más.
Sin buscar ningún protagonismo, salpicando la pared aquí y allá están las pinturas de uno de los propietarios, Guillermo Celaya.
Entre tanta oferta, si tuviese que elegir un sólo artículo de La Pepa, sin duda sería una lámpara vintage, especialidad de la casa.
 Por ejemplo esta parejita de chinos que ya he visto varias veces y me tiene enamorada.
Como estoy segura  que a más de uno os ha inspirado esta visita a La Pepa y me atrevo a apostar que alguna de mis amigas ya han tomado nota para su próximo viaje a Madrid, os dejo su dirección:
LA PEPA, REGALOS CON HISTORIA
C/Gravina, 12
Madrid

viernes, 11 de octubre de 2013

La filiación: un capricho

Estaba deseando contaros que me he dado un Capricho, y no me refiero a unas botas de Zara o un masaje con chocolate, un Capricho con mayúsculas, es decir, uno de Goya.
Siempre suelo pararme a ver el escaparate del taller de enmarcación de Bruno Trelles; a pesar de hacer sólo dos exposiciones al año siempre suele tener obra gráfica interesante. Pero lo que vi allí este mes de Agosto  superaba todas mis expectativas. Francamente, me dejó con la boca abierta.
Dos paredes repletas de los Caprichos de Goya pertenecientes a la 4ª y 5ª edición, que datan de 1878 y 1881 respectivamente. En cuanto tuve ocasión fui a visitar la exposición con calma y aprovecho para señalar que Bruno me atendió con infinita paciencia respondiendo a todas mis preguntas y explicándome los conceptos básicos de la técnica del grabado, totalmente desconocida para mí.
Así supe que los Caprichos fueron la primera colección concebida por Goya para ser vendida como un conjunto, las ochenta obras que lo componen se presentaban encuadernadas con unas pastas como éstas, que reproducen el grabado Nº1, el autorretrato del autor.
Finalizados en 1799, cuando el artista contaba 53 años fueron anunciados en la prensa madrileña de la época y vendidos en un comercio de perfumes y licores sito en el número 1 de la calle Desengaño de Madrid, es decir, en pleno barrio de Triball.
A pesar del éxito, poco tiempo estuvieron a la venta. Goya, viendo las orejas al lobo feroz de la Santa Inquisición y de los gobernantes del momento decidió donar a la Real Calcografía tanto las planchas como los ejemplares que le quedaban de aquella primera edición. 
A cambio recibió del rey una pensión vitalicia para su hijo Javier.
Desde entonces las planchas han permanecido en manos de la institución, que ahora se llama Calcografía Nacional y han sido reproducidos en otras doce ocasiones. Las ediciones hechas en el siglo XX no fueron vistas con buenos ojos por los expertos, que consideraban que obras de arte como aquellas no debían ser expuestas al desgaste producido por nuevas impresiones.
Goya demuestra en esta colección su maestría como grabador, consiguiendo a través del aguafuerte y el aguatinta volúmenes y claroscuros que no parecen propios de esta técnica.
De hecho, aunque en España es famoso por sus pinturas, el aragonés se dio a conocer en toda Europa gracias a sus grabados, muy del gusto del Romanticismo francés.
En cuanto a la temática, Goya, simpatizante de la ilustración, critica con ironía los vicios y la ignorancia de los españoles de la época. La avaricia, la corrupción de los clérigos, la soberbia de la aristocracia, todos ellos temas que, lamentablemente, no han pasado de moda.
 
Por todas estas razones, en cuanto vi los Caprichos tuve la firme convicción de que por lo menos uno se tenía que venir conmigo a casa. La elección fue durísima, porque tanto mi compañero de piso como yo ¡nos los queríamos llevar todos! Y cuando por fin escogimos, cada uno tenía un claro favorito y no había manera de ponerse de acuerdo. Así que pusimos al  pobre Bruno en el brete de tirar una moneda al aire para que el azar decidiese cuál nos llevábamos.
Y por suerte salió el que a mí me gustaba, que es éste, el Nº57 de la 4ª edición, que lleva por título "La Filiación" y trata el tema de los matrimonios de interés.
El comentario que escribió el comediógrafo López de Ayala para este grabado dice así: "Se engatusa al novio con la executoria de su padre, abuelos y tatarabuelos. ¿Y ella quién es? Luego lo verá".
La escena presenta el minucioso escrutinio del árbol genealógico de la novia, que demuestra su rancio linaje.
La muchacha, con el rostro oculto tras una máscara de zorra que simboliza el engaño
sostiene la cabeza de su incauto prometido como queriendo tapar los inevitables cuernos que se adivinan en su frente.
Y así fue como un Goya, aunque sólo sea uno pequeñito del que existen cientos de copias, llegó a la colección Fernández-Heres.
Para los que tengáis interés en leer más sobre el tema os recomiendo el libro: Goya: Caprichos, Desastres, Tauromaquia, Disparates editado por la Fundación Juan March.
BRUNO TRELLES
C/Cura Sama, 1
Gijón
www.brunotrelles.com