Aparte de mi afición a los objetos antiguos, que ya conoceis, estas dos joyitas me han hecho recordar mi niñez, cuando nos íbamos los cinco de vacaciones en el Seat 127 de mi padre.
En una maleta muy parecida a ésta, cabía todo un verano de mi familia: las camisetas y bañadores que mi madre doblaba cuidadosamente antes de salir para el camping o la casa de alquiler de turno.
Para mí, el extranjero era el norte de Portugal o como mucho el sur de Francia, cuando mis padres se sentían muy aventureros. Cualquiera de las dos opciones era emocionante, porque te sellaban el pasaporte.Ahora viajo en avión y tengo una Samsonite para mí sola. Por lo demás, sigo viviendo la expectativa del viaje con la misma ilusión de mis cinco años.
Como la maleta roja, pero en color marrón tengo una igual por casa. Desde hace años perdió su destino viajero para convertirse en receptáculo de cosas inservibles pero de las que es imposible desprenderse. La compré hace un montón de años, casi ni me acuerdo, en bolsos Mariano, comercio ya desaparecido que estaba en la C/San Bernardo de Gijón (¡Que buen paisano su propietario!), con motivo de un embarque como alumno de máquinas en un barco con destino Boston. No me trae muy buenos recuerdos, fue una de mis primeras curas contra el mareo.
ResponderEliminar¿Cerró Mariano en Gijón? No lo sabía... Éstas son de Bolsos Gredos, un comercio de toda la vida de Avilés, al lado del ayuntamiento. No me hables de mareos, yo de pequeña era de vómito instantáneo.Pero, Miguel, me has derribado un mito, no sabía que los lobos de mar también se mareaban,je,je
ResponderEliminarPerdón, perdón y perdón. Tremendo lapsus la tienda de bolsos a la que me refería se llamaba PANIZO, bolsos Mariano, gracias a los dioses, sobrevive. Con el tiempo te terminas inmunizando pero cuando empiezas a navegar solo se necesita un estado de la mar sucientemente malo (¡y no te imaginas lo fea que se pone a veces!) como para que las caras empiecen a ponerse de color mas bien amarillo.
ResponderEliminarMis padres tenían una como la roja pero más grande y en color beige. Como no viajábamos mucho la utilizaban para guardar ahí todos mis cuentos, que no eran pocos...supongo que estaba destinada a viajar con la imaginación! Por desgracia tanto la maleta como mis cuentos desaparecieron hace muchísimos años, supongo que en una de esas drásticas limpiezas de trastero, una pena, me habría encantado conservarla...por eso yo tengo tanto cuidado a la hora de hacer limpieza y tirar cosas de Arturo y Claudia, qué le vamos a hacer, soy una sentimental!
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