jueves, 1 de diciembre de 2011

High Line Park, un paseo cerca del cielo

Una de esas tardes tontas de Domingo, hará ya dos años, estaba yo viendo un reportaje sobre Manhattan en el canal Viajar cuando comenzaron a hablar de un lugar llamado High Line Park.
Me pareció raro que se me hubiese pasado por alto algo así la primera vez que estuve en Nueva York, pero más tarde me di cuenta de que se había inaugurado justo un año después de mi viaje, así que era normal que no me sonase de nada.
No obstante, tomé buena nota en mi agenda por si alguna vez volvía a la Gran Manzana, cosa que tuve la suerte de hacer mucho antes de lo que esperaba.

Así, por fin, este verano yo también pude recorrer el High Line Park, una senda elevada que trascurre entre las avenidas 10ª y 11ª.



Comienza en Gansevoort Street (la calle donde estaba el Restaurante Florent) y termina en la calle 30, de momento... porque hay una nueva fase en proceso, que llegará hasta la calle 34.




Lo mejor del High Line Park son, sin duda, las vistas. Es como uno de esos autobuses turísticos que te van mostrando la ciudad desde lo alto y, como en el autobús, tú puedes elegir donde te paras, porque hay varias escaleras y ascensores que bajan a la calle a lo largo del recorrido.




Pero además de eso, es un lugar donde no están permitidas las bicis, los patines ni el humo, lo que lo convierte en un remanso de paz donde disfrutar de los gorriones que se posan en estos comederos que parecen esculturas vanguardistas,


pasear, tomar el sol o leer. Parece mentira que el tráfico y las prisas de la metrópolis estén sólo unos metros por debajo de nuestros pies.



Una de las cosas que más me gustan de este parque es la vegetación, formada por plantas y flores autóctonas distribuidas de tal forma que parecen haber brotado allí de forma natural, sin orden ni concierto.

Por su configuración, ya habreis caido en la cuenta de que High Line Park ha sido construido sobre una vía de tren,


concretamente sobre un paso elevado de acero de la década de los 30 y que llevaba ya abandonado 20 años. De hecho todavía se puede ver algunos trozos de rail entre las flores.


No os creais que siempre estuvo así de cuidado; hace apenas diez años presentaba un aspecto más o menos como éste, oxidado y lleno de maleza.

Seguramente así habría continuado de no ser por el proyecto de Joel Sternfeld, al que pertenece la foto de abajo. Las imágenes de la vía abandonada atrajeron la atención de los neoyorkinos hacia este espacio y comenzó a perfilarse la idea de aprovecharlo para crear una zona verde.

En 2003, el proyecto de rehabilitación salió a concurso y los elegidos para realizarlo fueron James Corner Field Operations y Diller Scofidio+Renfro.


Ya conoceis el resto de la historia, un ejemplo de como con grandes dosis de imaginación y esfuerzo, se puede crear algo bello y útil a partir de algo feo e inservible.


No puedo evitar comparar este caso con el del soterramiento de las vías ferroviarias de Avilés, del que llevo oyendo hablar desde que iba al colegio. En vez de lamentarnos sobre lo que nos falta, no estaría mal que intentásemos sacar partido de lo que tenemos ¿no os parece?


Si la vida te da limones, haz limonada.


5 comentarios:

  1. "Los secretos de Eva" Qué gran descubrimiento! No sabía de su existencia! (Ni de la high line, ni del blog, vamos!)
    Enhorabuena Eva! ;)

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  2. ¡Muchas gracias!Pues aquí de viajes y de foto, que sé que las dos cosas te gustan tanto como a mí, vas a encontrar muchos posts. Un abrazo.

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  3. NY nos sigue sorprendiendo... no sé si me ha gustado más el post o la moraleja...

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  4. Supongo que ya lo habrás visto este mes, no? Pero por si acaso, ahí te dejo el enlace...
    Nos vemos! ;D

    https://www.facebook.com/photo.php?fbid=314784221883166&set=a.121382447890012.15962.121375897890667&type=1&theater

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  5. ¡Ah! Pues no, no tenía ni idea de que salía en la Lonely Planet... Habrá que comprarla.

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