domingo, 21 de abril de 2013

Virxilio Vieitez: Más allá del oficio

El Sábado pasado estuve viendo, ya por segunda vez, la exposición "Virxilio Vieitez" en la Fundación Telefónica, es que una vez sabe a poco...
Y aunque se inauguró hace más de dos meses, no quiero dejar pasar la oportunidad de reseñarla para que ningún amante de la fotografía clásica se la pierda.
La primera vez que la visité fue justo al día siguiente de la apertura de ARCO, y francamente, supuso un soplo de aire fresco tras el ambiente, un tanto snob de la feria.
Con esto no quiero decir que ARCO no merezca la pena, ni mucho menos. Opino que los medios de comunicación dan una imagen totalmente distorsionada de este evento, que es una oportunidad excelente de ver reunidas obras de los mejores artistas contemporáneos. 
Pero, claro, siempre resulta más efectista sacar en portada lo que parece un montón de escombros que un cuadro de Tapies.
Aun así, en ARCO se respira una cierta impostura de la que las fotos de Virxilio están totalmente despojadas. Cuando una se sitúa frente a las más de doscientas cincuenta obras que componen esta muestra coproducida por Fundación Telefónica y el MARCO de Vigo, le dan ganas de exclamar ¡esto sí!, esto habla por si solo, no hace falta que me lo explique ningún comisario ni me lo venda ningún galerista.
Si tuviese que definir la obra de Virxilio ( Soutelo de Montes, 1930-2008)  con una sola palabra, sin duda ésta sería "honestidad".
Y es que el gallego fue un gran artista sin quererlo, un artesano que revelaba en la cocina de su casa y que nunca tuvo pretensiones más allá de retratar dignamente a sus convecinos para que tuviesen una buena foto que enviar a los parientes de América.
Si no fuese por el tesón de su hija Keta, que supo ver la excepcional calidad de su trabajo, Vieitez habría sido un fotógrafo de pueblo más, no habría vivido para ver sus obras colgadas en Juana de Aizpuru ni para recibir el reconocimiento del mismísimo Henri Cartier-Bresson.
El trabajo de este pontevedrés corrobora lo inútil del eterno debate sobre lo artístico frente a lo comercial. Su talento convierte una simple foto de carnet en un retrato demostrando que no hay trabajo pequeño, que es más importante amar lo que haces que hacer lo que amas.
Dejando aparte el aspecto artístico, creo que esta exposición no dejará indiferente a ningún español de cualquier edad, porque las imágenes de Soutelo de Montes bien podrían ser escenas tomadas en nuestro pueblo de Asturias, Extremadura o Aragón.
Vieitez retrata esa España de los tiempos del NODO que unos han vivido y a otros nos han contado; y durante ese viaje del blanco al negro al color va desgranando la historia de nuestro país a través de comuniones, bodas y fiestas patronales.
Esta muestra también nos recuerda el poder que tenía la cámara fotográfica cuando casi nadie tenía una propia, de cómo hacerte una foto era un momento solemne para el que te ponías tu mejor traje.
Mis abuelas, y supongo que también las vuestras, guardaban sus dos bienes más preciados en el primer cajón del tocador: uno era un joyero pequeñito con los pendientes de azabache de su madre y la medalla de la Virgen del Carmen; el otro una caja de hojalata con treinta o cuarenta fotos de familia.
Es verdad que eran pocas, pero las suficientes para contar su historia; y todas tenían esas fotos de estudio maravillosas, en las que parecen artistas de cine.
Sin embargo hoy en día, en la era de la imagen, seguro que tienes un móvil de última generación y todos los días subes docenas de selfies a Instagram, pero es muy posible que no tengas un retrato bonito, con el traje de los Domingos, que enseñarle a tus nietos el día de mañana.
VIRXILIO VIEITEZ
hasta el 19 de mayo
Espacio Fundación Telefónica
C/Fuencarral, 3-Madrid
+más info: www.rtve.es/alacarta/videos/la-mirada-fotografica/mirada-fotografica-capitulo-2/526153/

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