No, no es el salón de mi casa, aunque podría... De hecho, tengo esta foto como portada en mi perfil de Facebook.
Es la Pepa de Chueca, una tienda que descubrí paseando por el barrio hace ya algunos años y a la que siempre me gusta volver.
La Pepa abrió sus puertas el 19 de Marzo del año 2000, así que que le pusieron el nombre del Santo del día, como se hacía antiguamente con los niños.
Regentado por Guillermo y Antonio, este comercio pretende dar una segunda oportunidad a objetos condenados al olvido y procedencia variada: liquidaciones, rastros, casas particulares, en cualquier sitio se puede encontrar un pequeño tesoro cuando se está bien atento.
El local, pequeñito, es una oda al horror vacui, un batiburrillo de sombreros recuperados, relojes, gafas de sol, ceniceros...
Le pasa al contrario que a muchas de esas tiendas vintage de hoy en día, que dan muy buena imagen como primera impresión, pero a la hora de la verdad una no encuentra ninguna pieza que valga la pena.
Guillermo opina que parte del éxito de La Pepa reside en la necesidad de poner algo especial en tu casa; con los precios de Madrid son muchos los que viven en un apartamento de cuarenta metros cuadrados amueblado en Ikea, así que una lámpara o un cuadro bonito contribuye a hacer hogar y darle un poco de personalidad.
Estando en Chueca, no puede faltar algún souvenir de temática gay. De hecho, tanto estos cuadritos de estética retro como las camisetas se venden como churros.
Los clientes no son sólo vecinos del barrio, si no gente de toda España y también los muchos extranjeros que pasan por Madrid en calidad de turistas.
De hecho casi siempre son los americanos los que se acaban llevando lo más estrafalario. Ese centro de cristal de color que tu madre tenía sobre el tapete de ganchillo y que te parece un error, para un estadounidense es una joya exótica que llevarse a casa como recuerdo "typical Spanish".
¿Y qué me decís de estos joyeros? ¿Quién no ha tenido uno así en el primer cajón de la mesilla de noche? Yo tenía uno cuadradito, con su filigrana y su tapa de nácar, de la Virgen de Covadonga y en él guardaba mis escasísimas alhajas: la sortija de oro con una piedrecita azul, la esclava con mi nombre y poco más.
Sin buscar ningún protagonismo, salpicando la pared aquí y allá están las pinturas de uno de los propietarios, Guillermo Celaya.
Entre tanta oferta, si tuviese que elegir un sólo artículo de La Pepa, sin duda sería una lámpara vintage, especialidad de la casa.
Por ejemplo esta parejita de chinos que ya he visto varias veces y me tiene enamorada.
Como estoy segura que a más de uno os ha inspirado esta visita a La Pepa y me atrevo a apostar que alguna de mis amigas ya han tomado nota para su próximo viaje a Madrid, os dejo su dirección:
LA PEPA, REGALOS CON HISTORIA
C/Gravina, 12
Madrid
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