Sólo dos consejos me dio mi jefe, viajero experimentado donde los haya, cuando me fui a Buenos Aires: visita Puerto Madero y prueba el ojo de bife.
Puerto Madero, uno de los cuarenta y ocho barrios que forman el área metropolitana de Buenos Aires, es una de las zonas más exclusivas de las ciudad, patio de recreo de turistas y residentes adinerados.
Aunque hace tiempo que fue desbancado por el vecino Montevideo, en tiempos el puerto de Buenos Aires fue uno de los más importantes de Sudamérica.
Dado el intenso tráfico portuario, a finales del siglo XIX surgió la necesidad de crear infraestructuras más modernas; las obras comenzaron en 1897 según el proyecto presentado por el industrial Eduardo Madero.
En esa época se construyeron los característicos almacenes de ladrillo rojo, muy semejantes a los que estamos acostumbrados a ver en las zonas de los muelles de Nueva York y Londres.
En el año 1916 se trazó la avenida Costanera y se creó el Balneario Municipal, lo que consolidó el barrio como zona de paseo para los porteños.
No obstante, después de época de esplendor, Puerto Madero cayó en el olvido y la ruina tras las construcción del nuevo puerto hasta que hace veinticinco años se crearon nuevas políticas para revitalizarlo.
Hoy en día es un placer visitar Puerto Madero tanto de día como de noche, es allí donde se encuentran los mejores restaurantes y clubs, los apartamentos de los más ricos y los modernos hoteles donde se alojan las celebridades que visitan Buenos Aires.
Precisamente en Puerto Madero se encuentra el restaurante que me recomendó mi amiga Sonia Barrera, la mayor gourmand de la pandilla, el que fue figuraba en la lista del New York Times de los diez mejores restaurantes del mundo en 2007 y el que hasta los miembros de AC/DC recomendaban después de tocar en Buenos Aires...
No es otro que Cabaña Las Lilas, toda una institución desde 1997 y uno de los más recomendables para degustar una buena carne argentina, ya que cuenta con ganadería propia.Independientemente de la oferta gastronómica, el lugar ya es de por si agradable, por su ubicación a orillas del Río de la Plata y por su decoración cuidada.
Por buscarle un defecto diría que es demasiado grande para mi gusto, ya que prefiero los restaurantes íntimos con pocas mesas. En cuanto al servicio, a la llegada me sentí un poco defraudada por tener que esperar de pie a pesar de tener reserva y porque me dieron uno de esos avisadores que vibran para llamarme como si estuviera en un burger
pero todo quedó compensado cuando me senté en la terraza con estas magníficas vistas y con la posterior atención exquisita del jefe de sala, los camareros y el sumiller.
Siendo como es Argentina una de las potencias vitivinícola del nuevo mundo, no quedaba otra cenar con un vino de Mendoza. La recomendación de la casa no pudo ser más acertada: D.V. Catena Malbec-Malbec 2010 de Bodegas Catena Zapata.
Este monovarietal combina dos variedades de uvas Malbec, una de la zona de Lunlunta a 860m de altitud y otra de la zona de Agrelo a 940m. El resultado es francamente espectacular.En cuanto a los entrantes, consistentes en queso azul, salmón, jamón y qué se yo cuántas cosas más, son cortesía de la casa.
Pero mejor no entregarse a ellos con mucho entusiasmo porque lo que viene después va a demandar toda nuestra atención.
A la hora de elegir el plato principal, uno debe olvidarse de nuestras referencias de solomillos y entrecots. La Argentina tiene sus propios cortes: Matambre, cuadril o bife de chorizo que dicen los entendidos, y yo lo corroboro, son más sabrosos que los nuestros.Sin duda, la joya de la corona es el ojo de bife, que no se encuentra en cualquier restaurante y cumplió mis altas expectativas al cien por cien.
Después de semejante homenaje apenas quedaba sitio para un digestivo cortesía de la casa y uno de los postres especialidad de la casa, tarta tatin de manzana con helado de vainilla.
CABAÑA LAS LILAS
Av. Alicia Moreau de Justo 516.
Puerto Madero. Capital Federal. Argentina.
http://www.laslilas.com/restaurant
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