Cuatro décadas después, para nuestra suerte, esos ojos continúan mirando al mundo con la frescura y el descaro del recién llegado que conserva intacta su capacidad de sorpresa. En su adolescencia, con la primera cámara, llega a sus manos el instrumento perfecto para mostrar a los demás eso que él es capaz de ver, y nosotros no, aunque lo tengamos justo delante.
Así, pasa años, combinando trabajo de campo y revelado en blanco y negro en el pequeño laboratorio de su casa.
En el año 2004 se inscribe en la Academia Fotográfica Astur de Oviedo. De la mano de su maestro, Víctor Montes, comienza a interesarse por los grandes de la fotografia: Doisneau, Capa, Cartier Bresson..., con los que comparte la forma de entender este arte como “la capacidad de captar la vida en una fracción de segundo”.
Es a partir de ese momento cuando su estilo se orienta en una clara dirección: la fotografía humanista.
Sus instantáneas no son meros objetos decorativos, no esperes encontrar en ellas el encuadre perfecto o la iluminación más adecuada, ya que no es ésa la prioridad del artista.
Rafa huye del paisaje de postal, la perfección de la foto de estudio o el personaje famoso.
Aunque es consciente de no haber elegido el estilo más comercial ni el que está más de moda, a él eso le da igual; le sobra ilusión y confianza en su proyecto.
Los que le conocen ya no se sorprenden al verle callejeando a diario, cámara en ristre.
La fotografía es su pasión, no su profesión, por eso es libre para interpretarla A SU MANERA.
Rafa, como simpre, me tienes asombrada. Me gustaría tenerlas todas en mi poder, pero me tendré que conformar con las tres que tengo en mi pared.....muac
ResponderEliminarMe gusta su estilo... este chico dará que hablar...
ResponderEliminarDará que hablar... seguro.....
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