domingo, 3 de abril de 2011

Apartamento para tres

Así, como quien no quiere la cosa, ya hace un año que Copito llegó a casa.Sí, mi gatín llegó con la primavera, esa estación que nos trae las flores,el sol, la luz y la alegría... Pero también las alergias y los mosquitos. Con esto quiero decir que no todo fue fácil desde el primer momento. Ya había oído decir por ahí que los gatos no tienen dueño, que hacen lo que quieren, que son egoístas. Pero yo pensaba, "yo lo voy a educar bien y a mí seguro que me obedece, lo que pasa es que los consienten demasiado". Así que tracé un estricto plan de cómo sería nuestra vida en común: lo que podría y no podría hacer, los sitios de la casa a los que tendría acceso. Lo tenía todo pensado. Ya me veía con él acurrucado en el regazo viendo la tele, a la cama no le dejaría subirse para que no soltase pelo, también le racionaría el pienso para que adelgazase un poquito y estuviera más guapo.Sí, amigos, así de inocente era yo. Aún no sabía que un gato no es un peluche, y que tiene ideas propias. Vivir con un felino no es tarea fácil. En los días buenos, es como un compañero de piso que te aprecia pero reclama su propio espacio. En los malos, es como un casero al que le debes dinero, mejor ni acercarse. Nada más llegar rompió el coche en miniatura favorito de Rafa y arañó nuestra butaca del Jovellanos. Ése fue sólo el comienzo de una larga cadena de destrozos.

El primer día ya nos advirtió que tenía pensado dormir en la cama con nosotros, vamos, que las cestas son para los huevos. ¿Quién se va a tumbar ahí teniendo un buen colchón donde cabemos los tres? Ahora Rafa y yo dormimos encogidos en el hueco que él tiene a bien dejarnos.


Durante las tres primeras noches no pegamos ojo. Nos dejó bien claro (a nosotros y a todo el vecindario) que era sordo, pero no mudo, que tenía sus propios horarios de sueño, además de la costumbre de aporrear la puerta y aullar como un condenado a muerte en los momentos menos oportunos. Poco a poco, se fue habituando a dormir la noche del tirón. En lo de la dieta, hace tiempo que tiré la toalla, debe pasar de los 6 kilos...Ya casi estoy acostumbrada a salir como una foragida de mi propia casa, porque por las mañanas sale pitando en cuanto ve la puerta abierta y su valentía no conoce límites. Al mínimo descuido, igual se mete en el ascensor que baja por las escaleras corriendo como un loco. Lo de sentarse conmigo en el sofá, lo hace sólo cuando tiene frío o cuando vuelvo de un viaje muy largo. En esas raras ocasiones, contengo la respiración sin atreverme a moverme para no estropear la magia del momento. A veces hasta se me duermen las piernas... La casa y toda nuestra ropa están cubiertas por una capa perenne de pelos blancos. Y lo mejor lo he dejado para el final... ¡araña y muerde como un tigre de Bengala! Y cuando te pilla, no suelta presa. Os estareis preguntando si volvería a adoptar a Copito sabiendo todo esto, la respuesta es: Sí, una y mil veces. Mi gato no es perfecto, ni yo tampoco, pero con el tiempo hemos llegado a una entente cordiale. Y lo más importante, le quiero con locura, por todos los motivos que sólo puede entender quien tenga la suerte de compartir casa con un gato.
¡Adopta! www.8vidas.org

4 comentarios:

  1. Eva!! que me has hecho llorar!!!
    Solo me sale decir una cosa: Copito viva la madre que te parió, o en este caso la mami que te adoptó!!! jejeje

    Gracias Eva y Rafa por ser como sois. Un achuchón Copito!! ( lo dice una que ya conoce bien a vuestro tigre de Bengala ;))

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  2. eva, se sale el secreto, .... Haría buena pareja con mi gata paca pero yo tambien estoy enamorada.besos

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  3. ¿Qué tal la pequeñaja, Elena? Al final os la quedasteis, ¿eh? se veía venir... jeje

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  4. Juana Mª Furió28 mayo, 2011 20:41

    Precioso, lo que lamento es que no sea más cariñoso, pero me imagino que es porque es macho. Tengo dos gatas y son muy cariñosas, aunque una me tiene toda arañada. Saludos. Juana

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