domingo, 21 de agosto de 2011

Un cupcake en Magnolia Bakery

Aunque Magnolia Bakery lleva abierta en el West Village de Manhattan desde 1996, no fue hasta su aparición en la serie Sexo en Nueva York cuando se convirtió en lugar de culto y peregrinación para mujeres de todo el mundo que acudían a revivir esta escena: www.youtube.com/watch?v=X5CJAXZxJXA

Es tal el éxito que ya cuenta con varias sucursales en la ciudad, e incluso una en Dubai, y se baraja exportar el concepto como franquicia a otros paises.

Frente a su puerta se forman colas interminables para adquirir sus famosos cupcakes, magdalenas cubiertas de crema de mantequilla de colores y adornadas con virutas de chocolate o frutos secos.
¿Realmente merece la pena guardar cola y pagar dos dólares con setenta y cinco centavos por un pastelito empalagoso? Si lo piensas así... probablemente no.
Por la experiencia... ¡por supuesto que sí!
La visita implica todo un ritual, admirar esa decoración tan coqueta que te traslada a una peli de Doris Day, coger la cajita de cartón con el logo, estudiar cada variedad cuidadosamente hasta decidir cual vas a probar: chocolate, coco y limón, zanahoria, pistacho, canela, plátano, las opciones varían dependiendo del día de la semana...
quizá pedir un café para acompañar, hacerte una foto con la bolsita delante de la puerta y finalmente, llevarte tu trofeo al parque de enfrente para disfrutarlo con tranquilidad.

Es que en Magnolia Bakery, la única opción posible es "take away", porque el local es pequeñito, sin mesas, y además siempre está abarrotado.

Si los cupcakes no te van, también tienen muffins, cookies, brownies, helados, tartas y bizcochos; es casi imposible no encontrar algo que te tiente.


Y si además de las calorías extra, quieres llevarte algún otro souvenir... también venden unos delantales monísimos, camisetas, shopper bags y libros de cocina donde puedes encontrar la receta de sus cupcakes hechos al estilo tradicional, sin aditivos ni conservantes.



Un consejo: si tienes a tu lado a un hombre dispuesto a sustituir a tu mejor amiga en esta experiencia, lo que implica hacer las fotos pertinentes sin quejarse, tomarse un cupcake contigo y aguantar tu rollito "carrie-bradshaw-por-un-día", no lo dudes, es el definitivo.

401, Bleecker Street con West 11th Street

West Village, Nueva York


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