Cuando un asturiano vuelve de viaje, una de las primeras cosas que le preguntan sus familiares y amigos es qué tal ha comido. Es así, lo reconozco, ralla la obsesión.
Si has comido mal, has perdido el tiempo; y ese destino ya no será digno de visita para gran parte de tus conocidos, que ya de entrada opinan que como en casa no se come en ningún lado.
Pero si has descubierto algún restaurante interesante o un nuevo manjar, ay de ti si se te olvida coger una tarjeta del establecimiento o tomar nota mental de su nombre y ubicación: El que encuentra semejante tesoro, está en la obligación de compartirlo.
Si además se trata de un lugar barato, poco frecuentado por los turistas y de difícil acceso, la información cobra aún más valor. Ahí te has apuntado un tanto, los gourmets de la pandilla empezarán a mirarte con respeto y admiración a partir de ahora.
Por eso hoy quiero enseñaros un lugar que me recomendó Jorge, mi casero de Essaouira. Está en el centro del pueblo, en el zoco, al otro lado del arco que señala el mercado de especias.
Nada más cruzarlo verás varios puestos al aire libre que venden todo tipo de pescados frescos. Aunque hay muchísima variedad, lo más típico y abundante en Essaouira, son sus sardinas, famosas en todo el Mediterráneo.
Pues bien, en cualquiera de estos puestos, puedes elegir las piezas que más te gusten y llevarlas al pequeño establecimiento que hay justo al fondo.
Apenas se le puede llamar un bar, es un lugar muy modesto: un tejadillo de uralita, varias mesas cubiertas con hule, unos fogones y una parrilla donde te preparan en el momento el pescado que acabas de comprar. Más fresco imposible, eso sí que es cocina de mercado.
Se come en platos de plástico y al estilo marroquí, es decir, los cubiertos y las servilletas brillan por su ausencia. De hecho, será difícil que veas otro europeo en la mesa de al lado, la gran mayoría son familias marroquís.
Pero vamos a lo importante: yo, que soy de puerto de mar y adoro el pescado, jamás he probado unas sardinas más frescas ni unos calamares más sabrosos, hasta el pan está riquísimo. Y todo ello a precio de varita del Capitán Pescanova, un verdadero lujo para el viajero. ¡Qué diría algún amigo de Candás si supiese que las mejores sardinas las he encontrado en Marruecos...!
Por eso hoy quiero enseñaros un lugar que me recomendó Jorge, mi casero de Essaouira. Está en el centro del pueblo, en el zoco, al otro lado del arco que señala el mercado de especias.
Nada más cruzarlo verás varios puestos al aire libre que venden todo tipo de pescados frescos. Aunque hay muchísima variedad, lo más típico y abundante en Essaouira, son sus sardinas, famosas en todo el Mediterráneo.
Pues bien, en cualquiera de estos puestos, puedes elegir las piezas que más te gusten y llevarlas al pequeño establecimiento que hay justo al fondo.
Apenas se le puede llamar un bar, es un lugar muy modesto: un tejadillo de uralita, varias mesas cubiertas con hule, unos fogones y una parrilla donde te preparan en el momento el pescado que acabas de comprar. Más fresco imposible, eso sí que es cocina de mercado.
Se come en platos de plástico y al estilo marroquí, es decir, los cubiertos y las servilletas brillan por su ausencia. De hecho, será difícil que veas otro europeo en la mesa de al lado, la gran mayoría son familias marroquís.
Pero vamos a lo importante: yo, que soy de puerto de mar y adoro el pescado, jamás he probado unas sardinas más frescas ni unos calamares más sabrosos, hasta el pan está riquísimo. Y todo ello a precio de varita del Capitán Pescanova, un verdadero lujo para el viajero. ¡Qué diría algún amigo de Candás si supiese que las mejores sardinas las he encontrado en Marruecos...!
Genial....
ResponderEliminarCon lo que me gustan las sardinas... de lujo.
Me encanta tu blog.
Bs
Ja, ja, pues aquí te pondrías las botas... Ya sabes que yo también soy fan de TE LO JURO X MI BOLSO!
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