domingo, 27 de septiembre de 2015

Una tarde en Wicker Park, Chicago

La historia de Wicker Park, como la de muchos otros barrios repartidos por la geografía norteamericana, se explica con dos palabras: inmigración y gentrificación.
Allá por el siglo XIX la zona estaba poblada por familias noruegas y alemanas. De hecho aquí edificaron sus mansiones los fabricantes de cerveza más destacados de la época. 
Tras la Segunda Guerra Mundial lo ocuparon exiliados polacos que construyeron hermosas iglesias de estilo neorenacentista y neobarroco.
Estos dieron paso a los latinos que llegaban a la ciudad huyendo de los elevados alquileres de vecindarios más ricos durante la década de los sesenta y setenta del siglo pasado.
En los ochenta y noventa aterrizaron los artistas a establecer sus estudios y galerías y atraídos por el ambiente bohemio, tras ellos como suele ocurrir llegaron los hipsters. El resto es lo que podéis ver ahora: tiendas de ropa trendy, cafés, bicis, chicas con gafas de pasta y modernos barbudos.
Y conste que no lo digo como algo negativo. Al contrario, pasear por Wicker Park un sábado por la tarde es una delicia. ¿Te apetece acompañarme? Pues vámonos.
Te advierto que soy de ésas que nada más salir de casa a hacer un recadito tengo que pararme a tomarme un café, me acostumbré de pequeña cuando salía por las tardes con mi madrina y se me ha quedado grabado a fuego.
Así que vamos a hacer una pausa en La Colombe, justo al lado de la estación de tren, una cafetería de esas para los muy cafeteros con una amplia gama de productos de alta calidad procedente de comercio justo.
El local no es muy grande, apenas una esquina bajo las vías del tren, pero la decoración y el ambiente tranquilo y agradable lo hacen un lugar especial.
Puedes encontrar otros establecimientos de La Colombe Torrefaction en otros barrios de Chicago como West Loop y Andersonville. 
Continuamos ruta por North Damen Avenue dando un paseo y admirando los preciosos edificios de viviendas, no olvides que si por algo es famoso Chicago es por su arquitectura que se ha respetado sin elementos disonantes que la afeen.

Pero no nos entretengamos mucho si queremos disfrutar de una cervecita o un tequila en la terraza de la taquería Big Star, que el tiempo es muy cambiante en esta que llaman "la ciudad del viento"  y se puede levantar el temporal en cualquier momento.
En Big Star, además de dejarse ver, se pueden degustar tacos y margaritas. Como ya he señalado en anteriores posts la influencia mexicana está presente en toda la ciudad de Chicago.


Wicker Park no es una excepción, también se pueden ver allí coloridos murales como los de Pilsen.

En este barrio todo es tan ideal que hasta el Walgreens de la esquina está alojado en un antiguo banco que parece un palacio, mira qué techos.
Por cierto, que la apertura de esta cadena en la sede del Nobel bank trajo cierta polémica por la amenaza que podía suponer para el pequeño comercio de la zona.
Parece ser que al final no resultó tan problemático y después de tres años convive pacíficamente con otras tiendas más pequeñas como Mojo Spa, dedicada a los cosméticos artesanales donde igual te puedes hacer la manicura que comprarte un jabón que parece un trozo de tarta y huele igual de bien que si lo fuera.
Si no te van los potingues, seguro que puedes pasar una tarde entretenida en Reckless Records, una tienda de discos mundialmente conocida por los buscadores de vinilos y rarezas varias.
Como ya sabéis, yo no tengo ni paciencia ni conocimientos suficientes para buscar incunables en cajones polvorientos pero el fotógrafo sí que se hizo con algún tesorito de los años ochenta y yo aproveché para comprar DVDs de segunda mano de mis series favoritas.

Además de los otros dos establecimientos de Reckless Records que hay en Chicago no debes perderte Dusty Groove, otro referente en lo que a compraventa de discos se refiere.
Esto de darle a la tarjeta de crédito da mucha hambre, así que no queda otra que ponerse a la fila para cenar en Piece. Se siente, esto es America, desconfía de los restaurantes donde no hay que hacer cola.
El nombre me parece de lo más ingenioso, un juego de palabras entre las palabras "porción" y "paz" en inglés acompañados de un logo que representa una pizza pero también nos recuerda al símbolo de la paz.

Este establecimiento debe su fama a las magníficas pizzas que allí se sirven, pero también a las variedades de cerveza elaborada por ellos mismos y merecedoras de numerosos premios.
Mi favorita de la carta es la Swingin' Single, una cerveza de trigo que resiste sin problema la comparación con la Paulaner o la Franziskaner, por citar algunos gigantes del ramo.
La bebida se puede consumir en el propio local pero también hay la posibilidad de adquirir esta garrafa tan chula y llevarla a rellenar como hacía yo de niña en la vinotería de mi calle.
Otras cervezas de la carta, con nombres igualmente divertidos son la Light n curvy, la Raw Dawg o la Flatiron Stout.
En cuanto a las pizzas, no esperes encontrar aquí la contundente stuffed pizza de Chicago; éstas están elaboradas con masa fina e ingredientes más ligeros y digestivos.
Una vez cenados es el momento de tomar el metro de vuelta desde la estación de Damen y volver al apartamento del Near West Side.
Por cierto, toma nota de este vecindario un poquito más al sur, que con sus flamantes lofts y sus modernos restaurantes tiene muchas papeletas para convertirse en el próximo barrio de moda.

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